Una novela (y otra breve, distinta y complementaria) sobre el esplendor y caída de la juventud, inevitable oda e inevitable elegía que se dan la mano. Jóvenes de los primeros setenta, estudiosos, promiscuos, aproblemáticos, pero plenos de la angustia y los excesos de la propia felicidad, que besa, come la boca y huye por un sendero oscuro. Gombrowicz dijo de la juventud que era “la única fase aceptable de la vida humana”. El divino tesoro que se cae tan fácilmente por el abismo de los excesos, sí, pero más aún se cae por la cruel enemistad del Tiempo. El que huye y nada deja porque el dios joven pasa sin querer su cetro a otro. Realismo y lirismo. La prosa con sonido a verso y el mundo con aromas de libre sexo sin etiquetas, mientras la luz se torna el negro sol de la melancolía. Una novela apasionada y apasionante, atrapadora.